Una noche de navidad [Yaoi]

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Una Noche de Navidad

Si bien las cosas no eran color de rosa, tampoco tenían que ser del todo malas. Para Suzuno Fuusuke pasar la Navidad solo, se le hacía extraño. Ya que siempre contaba con la compañía del pelirrojo cabeza de tulipán; sin embargo, este salio a ultimo minuto directo a Corea para arreglar unos asuntos. Nada de que preocuparse.
La verdad, se sentía solo. Pero aun así no debía llorar por ello. Aun podía divertirse; claro. Viendo los especiales de Navidad que tanto odiaba por las repeticiones constantes de los mismos.

Cansado ya de aquella fastidiosa rutina de cambiar de canal, apago el televisor. Se paró dispuesto a salir de la casa, pensando que, seguramente se distraería más afuera. Sabia perfectamente que todas sus amistades estarían con su respectiva pareja, no podía ir con ellos. La señorita con nombre “soledad” sería la única que le acompañaría esa noche.

Tomó su bufanda y la gabardina de Nagumo; quería percibir esa calidez que tanto le enloquecía. Por ultimo guardo las llaves del departamento en su bolsillo y salió. En su recorrido saludó a uno que otro vecino que colgaba a ultima hora los adornos de la época. Además de a los cachorros que extrañamente se topaba, había uno que le llamo mucho la atención, se trataba de un pequeño chihuahua peludito, era un amor ante los zafiros del moreno. El tono que portaba aquel peculiar perro era una mezcla de blanco y tonos bajos de café, haciéndole aun más precioso con el par de ojos que llevaba.

Fuusuke se inclinó ante el, acariciando suavemente su mentón, lo cual no rechazó el cachorro, meneando su colita en señal de gozo. El moreno amplio más su sonrisa.

- “¿Estas perdido pequeño?” - preguntó suavemente, esta vez pasando su mano por todo el dorso del animalito. El pequeño dio 3 vueltas antes de sentarse y quedarse viendo al muchacho. - “¿Me harás compañía?” - Fuusuke pregunto riendo, a lo que el chihuahua ladró una vez, como si le contestara.. - “Bien vamos…” - lo tomó en brazos dispuesto a seguir caminando en dirección al parque, después quizá iría por una taza de chocolate a alguna cafetería.




- “¡Ha funcionado!” - menciono un jovencito de melena plateada por teléfono, se llevo algunos intentos pero había funcionado la fase 1 de su plan.
- “Que bien, gracias Fubuki” - respondió la voz detrás del móvil, aquel que había planeado aquel “plan maestro”.
- “De nada, me parece muy tierno de tu parte que hagas esto por el” - después de ello ambos se dijeron “adiós” cerrando sus respectivos celulares. El peli plata rápidamente corrió donde su pareja que le esperaba con algunas cajas de perros.
- “El trabajo pesado va para mi ¿sabias?” - se quejo con una sonrisa de medio lado, el otro solo le beso la mejilla, comenzando a caminar con el.



Suzuno en poco tiempo logró llegar al pequeño parque, le gustaba visitar aquel lugar. Después de todo, pasó varios momentos felices con su pelirrojo en esos juegos. Bajó al perrito en una parte donde no había mucha nieve, no quería enfriarle mucho las patitas.
Se condujo a los columpios, limpiando un poco de la nieve de uno de estos. Tomó asiento mirando fijamente al cachorro, quien ahora perseguía su colita como si de vida o muerte se tratase, provocando risitas por parte del oji-azul.

- “Que curioso perrito” - musito suavemente, llamando la atención del cachorro, quien solo movió nuevamente su rabito.




Mientras tanto, un peliverde observaba desde lejos con un pelirrojo, entre risas. No podían creer que “el frío Gazelle” se comportara de esa manera.

- “Bien Mido, es tu turno” - dio un pequeño beso en los labios de moreno a forma de “buena suerte”, el pequeño hizo una pose heroica para luego ir donde el albino.

- “Cada uno de los movimientos de todos los individuos se realizan por tres únicas razones: por dinero, por honor o por amor. En mi caso es por diversión” - sonrió ampliamente colocando las manos en su cadera, ante su citación a aquella frase, agregándole su “toque”.

El oji jade rió ante el comentario del peliverde. Viéndole marchar en dirección a su amigo.




- “Suzuuuuuuuuuuuuuuuuu!!” - grito eufórico el peliverde corriendo por la helada nieve, el nombrado subió la mirada sorprendido ante aquella aparición, no se esperaba tomarse a su peliverde amigo. - “¿Qué haces aquí solo? ¿Y el tonto de Nagumo?” - cuestiono antes de echarse encima de el.

- “Hola Mido” - dijo primeramente el albino tratando de no ser asfixiado por su amigo - “Salio a Corea por unos problemas, y me tuve que quedar” - sonrió con melancolía, mientras el oji negro se le quitaba de encima, sentándose en el columpio de aun lado.

- “Que mal” - respondió haciendo un puchero bastante pronunciado, provocándole una risa a su acompañante, la actitud infantil del pequeño Midorikawa siempre sacaba alegría de hasta debajo de las piedras.

- “Seguro regresara pasando mañana” - pronunció tratando de auto animarse, lo cual notó rápidamente Ryuuji, sonriendo ampliamente, quien se puso a buscar en su bolsillo, sacando un pequeño boleto de una noche en un hotel, el cual le tendió. - “¿Qué es?” - al leer lo que era, se sonrojo levemente imaginando cualquier cosa.

- “Te lo regalo” - se lo dio dibujando una gran sonrisa en su rostro, para luego ver al perro y soltar un gran grito - “¡Que lindo!” - se abalanzo contra el cachorro, abrazándole fuertemente.

Fuusuke solo rió de manera nerviosa, guardando el pequeño boletito, se extraño demasiado al ser Midorikawa quien le daba aquel “extraño” obsequio. - “Oye lo atosigas déjalo” - el pequeño perrito estaba lloriqueando, lo cual hacia preocupar levemente al albino. Finalmente Ryuuji lo dejo, recobrando la poca cordura que poseía.

- “Me deje llevar” - se disculpo el moreno levantándose, se sacudió un poco la nieve, al igual que le sacudió un poco al cachorro la nieve que se le pego al pelaje. - “Bien es hora de irme, Hiro me espera” - amplio más su sonrisa y salió corriendo, recibiendo solo un gesto por parte del moreno.

Como pensaba todos habían quedado con sus parejas de hacer algo, o era psíquico o se hacía demasiado obvio ese hecho. Tomó un gran respiro resignado, no le quedaba de otra.




- Fase 2 hecha capitán - informó Midorikawa con porte de soldado, haciendo reír al que se encontraba al otro lado de la línea, colgó no sin antes despedirse, yendo con el pelirrojo a, quien sabe donde.



El joven que recibía aquellas llamadas de “informe”, sonreía gozoso de que todo fuera como lo planeado. Cogió todo el aire posible con sus pulmones y fue directo al parquecito, entrando sin ser visto, de manera sigilosa cual gato se tratase. Hasta llegar a los columpios, a espaldas del albino, quien ahora pensaba en el porque de aquel regalo por parte de su amigo.

Sin percatarse en lo más mínimo, unos brazos le rodearon, tapándole los ojos de manera juguetona, depositando suaves y fríos besos; debido a la temperatura, en su nuca. - “¿Pero que…?” - no alcanzó a terminar puesto que sus labios fueron aprisionados, en un suave beso, aun tenía los ojos cubiertos, y, como reacción comenzó a forcejear hasta que cayeron los 2 a la nieve.

- “Adivina quien soy” - canturreo con voz ronca el joven “atacante” al moreno, el cual se sorprendió rápidamente, quitando la mano de sus ojos.

- “Nagu…” - un pequeño tinte posó en las mejillas del moreno, haciendo dibujar al aludido una gran sonrisa, - “pero… tu…” - el pelirrojo le calló con un dedo, dejando aun sorprendido a Suzuno.

- “Sorpresa” - volvió al típico tono burlón, atrapando nuevamente sus labios en un cálido beso. Se separaron por falta de oxigeno, viéndose a los ojos directamente, perdiéndose en ellos. - “¿Te gustaron tus regalos?” - el que se encontraba bajo el ambarino le miró confundido, provocando risa en el tulipán - “El perrito y el boleto son mis regalos” - comentó haciendo enrojecer más al albino.

- “¿Enserio?” - el otro asintió, volviendo a abrazar a su pequeño fuertemente.

- “¿Qué tal si usamos ese regalito?” - insinúo Nagumo, aun estando arriba de Suzuno. Haciendo un movimiento de caderas muy comprometedor.

- “P-pero… ¿y el perro?” - preguntó en tono bajo, demasiado avergonzado por las acciones de su pareja.

- “Para ello están Midorikawa y Kiyama” - señalo a lo lejos aquellas motas verde y roja, lo cual hizo sonrojar más a Suzuno ¿acaso habían visto todo? - “y ¿bien?” - volvió al tema original, moviendo más sus caderas, provocando que varios gemidos se escaparan de los labios de su amado. Finalmente Fuusuke terminó aceptando tal proposición.




Después de haber dejado al pequeño, que ahora llamaban “Yuki”. Escogido principalmente por Suzuno y su obsesión al frío.

El camino no había sido nada largo, todo lo contrario. Lo cual sorprendió aun más, si era posible, al albino. Al parecer todo había sido demasiado planeado.

- “¿Qué te parece amorcito?” - preguntó en forma melosa Burn, mientras abría la puerta de la habitación. La pieza tenía poca iluminación, la poca luz existente era gracias a velas perfectamente colocadas en un pequeño camino. La cama por otro lado, poseía en sus sabanas un tono rojizo, con figuras de tono blanco, con algunas flores en los buros.

Suzuno se dio pasó, observando todo con detalle. Por otro lado, Nagumo cerraba bajo llave la habitación para luego abrazar a su amado por la espalda. Depositando suaves besos en su cuello, haciendo que el joven suspirara repetidas veces ante aquel tacto. Así, el pelirrojo lo llevo hasta la cama, donde le giró y recostó suavemente, colocándose sobre el, besándolo primero con ternura, convirtiéndose en uno cargado de pasión paulatinamente.

La ropa se fue despojando lentamente, mostrando la gran admiración y amor que tenía el pelirrojo por el albino, pasando las yemas de sus dedos por cada centímetro de piel del moreno, recorría cada parte con una maestría y lentitud impresionante, gozando del momento en que tenía a su Suzuno para el solo.

Fuusuke no se quedaba atrás, pues pasaba las manos por la espalda de Nagumo, acariciándola sin parar de suspirar. Pronto toda la ropa había sido olvidada en el suelo, y ambos se besaban deseando no separarse, uniéndose cada vez más. El que terminó aquella fusión de bocas, resulto ser el albino, quien bajo la mano hasta sus miembros, que se encontraban ya despiertos, comenzando con caricias para los 2. Haruya no se quedo atrás, puesto que, comenzó un masaje en la parte trasera de su novio.

- “Nagu…” - gimió el moreno más rojo que el cabello de su pareja. Mientras que, el aludido ahora depositaba suaves besos en la mejilla sonrojada del peli blanco. - “Te amo…” - murmuró abrazándole solo con un brazo. A lo que el pelirrojo respondió de igual manera.

- “No tanto como yo” - canturreo antes de ingresar uno de sus dedos en la retaguardia de Suzuno. Provocándole un pequeño gemido ante la intromisión, lo movía en círculos calmadamente, para luego sacarlo y meterlo nuevamente, en poco tiempo ingreso un segundo dedo. Pero, esta vez su amado albino, dibujo un gesto de dolor - “¿Quieres que pare?” - preguntó depositando besos en la frente de su pequeño. Este negó rotundamente, aforrándose a la espalda de Nagumo.

El ambarino suspiró siguiendo con su labor, moviendo sus dedos cuidadosamente, para hacer disfrutar a su pareja, no quería que sufriera para nada. Depositaba besos en sus labios, en su cuello, haciéndole olvidar aquel dolor, dejándolo de lado para solo entregarse al gozo de las acciones de su pareja.

Finalmente, el tercer dedo hizo su presencia en el cuerpo de Fuusuke, pero este no le tomó mucha importancia, gracias a los besos proporcionados por el de hebras rojizas. Poco a poco los gemidos resonaron en la habitación, proporcionando un ambiente morboso. El pelirrojo ya no aguantaba más, quería tenerle ya. Más de lo que ya poseía el cuerpo de su querido Fuusuke.

- “Haru…” - el albino le miró directamente a los ojos, para luego unirse nuevamente en esa exquisita combinación de labios, que hizo entender al ansioso pelirrojo lo que seguía.
Tomó las piernas de Suzuno, abriéndolas con cuidado, dándole una muy buena vista, desde su lujuriosa perspectiva. Cogió su miembro, acercándolo hasta la entrada del albino, comenzando la penetración con lentitud y cuidado. - “Ah…” - Fuusuke se aferro a la espalda del ambarino, provocándole algunas heridas.

- “Que fiero… Suzu” - comentó divertido Nagumo dando unas envestidas lentas y suaves, el dolor se fue de la mente del albino rápidamente, acostumbrándose al intruso en su cuerpo. Las envestidas fueron más rápidas, gradualmente, hasta hacerse rápidas y hasta cierto punto rudas. Los gemidos inundaron la habitación, la unión de aquellas personas que se aman simplemente se tenía que disfrutar. Eso sentían esos 2, formando solo 1 en esos momentos.

Las horas podían pasar, y las caricias no terminaban. El clímax había sido alcanzado antes, corriéndose ambos, sin embargo, no dejaban de besarse, ni acariciarse ni mucho menos besarse. Disfrutaban de la compañía del otro, con suaves tactos que a ambos agradaba.

- “Feliz Navidad” - pronunciaron ambos, abrazándose fuertemente, cayendo ante los poderes de Morfeo.